La realidad de los sueños
Era agua y quería llegar a su recorrido, pero antes había sido hielo y nieve cuando el frío azotaba en las cumbres de las montañas. Ya estaba llegando el tiempo bueno y el sol empezaba a calentar las cumbres y los cristales de hielo se iban deshaciendo poco a poco y se filtraban al interior de las montañas para luego aparecer en cascadas a la luz del día. Había hielos nuevos todos los inviernos que querían hacer ese recorrido de la vida, disfrutar la aventura del caer al vacío en cascada violenta, correr entre las piedras en loco descenso, regar las plantas que había en el borde del cauce y con el cambio estacional verlas florecer, crear vida donde escaseaba en el duro invierno, pasar por debajo de los puentes, ver saltar agradecida a una rana de hoja en hoja como si jugara, quería conocer mundo. Ese mundo que las demás aguas recorrían todos los años hasta llegar a las profundidades del mar donde se unía con su amado, pero no, esta permanecía siempre escondida, se había quedado estancada en las entrañas de la montaña en un agujero que ni tan siquiera se renovaba. Sólo algún año cuando el invierno había sido muy riguroso y había dado nieve hasta llegar a llenar todo el hueco de la montaña se renovaba un poco, era algo raro que así sucediera por ello, permanecía siempre estancada ya empezaba a oler mal no se bañaba de limpieza como las demás. Así, un año tras otro miraba con envidia como todas las nieves se filtraban para luego hacer ese recorrido que ella tanto ansiaba, era la prisionera de la montaña, así se sentía, algún día podré hacerlo se decía; algún año correré libre y feliz, veré la luz del sol, las aves bebiendo de mi, los peces jugando conmigo y oleré las flores cuando pase con la tranquilidad del paseo por los meandros.
Luchaba por romper ese tabique que no la dejaba ser libre luchaba incansablemente por derrumbar lo que la tenía prisionera y ya había perdido la esperanza de tener el prodigio que las demás aguas tenían y se iba muriendo en su propio charco perdiendo toda ilusión.
Pasó mucho tiempo y un día cuando estaba a punto de expirar su último aliento de agua putrefacta, notó como una fuerza muy poderosa la arrastraba, el tabique había desaparecido y se iba de allí, de su cautiverio hacia lo que siempre había soñado.
Iba a correr la aventura de la vida.
Miró para atrás y vio que ese tabique estaba erosionado, ella misma con su intento de huida había gastado esa cárcel y corrió feliz por los desfiladeros, atravesó las montañas, cayó al vacío, jugó con las piedras y cuando llegó a aquella masa tan poderosa de agua salada se abrazaron en apasionados revueltos de sal y dulzura.
Poema
¡Ay, amado mío
cuanto tiempo te he deseado!
En mi mente te imaginaba grande
cálido y hermoso
pero eres mucho más que eso
por eso no he muerto
tenía que ver con mis ojos
tus ojos por dentro
sentir el calor dulce de tus besos
y saborear la sal de tú llanto
que llorando he estado yo tanto…
y no quiero recordarlo.
Abracémonos los dos a la vida
que con este amor fraguado a fuego y sufrimiento
si ella quiere…
que nos lleve a la deriva
de momento, aprovechemos lo que estamos sintiendo
que mañana llegará
y no sabemos hacia donde nos llevará el viento.
jazmin
3 comentarios
El viejo farero. -
Te dejo un beso como tarjeta de visita.
ESPARTACO -
Margot -
Un abrazo, muy grandote.