El sosiego de algunas personas
Cuento
Era un recinto tan pequeño que, apenas cabía la mesa, un pequeño archivo con cajones y tres sillas . las paredes mostraban grietas que una capa de pintura en un tono beig quería disimular.
Había una ventana pero estaba a una altura que apenas podías divisar las cabezas de las personas que pasaban por la calle y en ella, en la parte de fuera, habían unos garrotes metálicos pintados en un tono gris. Lo único que embellecía la estancia era un potos colgante en una esquina y debajo de él había una palmera, que sus hojas empezaban a amarillear.
Al entrar me dio como claustrofobia, era un espacio tan cerrado que no entendía como esa persona podía ejercer su trabajo allí, creo que yo no lo hubiera soportado.
Me dio la mano cordialmente invitándome a sentarme en una de las dos sillas que tenía enfrente y empezó a hacerme preguntas. Su voz era melodiosa, sus ademanes tranquilos y me miraba a los ojos cuando me hablaba. Eso me ponía un poco nerviosa añadiendo, que los espacios cerrados no son de mi gusto, eso no podía evitarlo.
Me hacía una serie de preguntas que yo intentaba evadir con respuestas un tanto generalizadas. Se dio cuenta y me puso un papel encima de la mesa y me dijo: -. Escribe que estás pensando en este momento. Yo me sonreí y le dije si le pongo lo que estoy pensando no le va a hacer ninguna gracia. - No, por favor, quiero que lo pongas con toda sinceridad , me dijo -. Bueno si usted lo quiere así yo, se lo escribo, pero creo que no viene a cuento.
Cogí el papel y le puse<< no se como aguanta en esta habitación tantas horas>> y se lo entregué.
Él lo leyó y sonriendo me dijo -. Sabía que estabas pensando eso -. ¿Porqué lo sabía? Le dije .- Bueno es fácil deducirlo... si tus ojos no paran de mirar a la ventana y luego a las plantas, te incomoda tan poco espacio y te pones nerviosa, él siguió hablando con una tranquilidad que pocas personas son capaces de transmitir.
Tanta serenidad que, en aquél espacio tan reducido hablemos de montañas , de plantas, del mar , de los animales de las personas y de lo hermoso que era nuestro mundo, que ni me acordaba del reducido tamaño del despacho y ante aquél poder que ejerció sobre mi, al pasarme su tranquilidad que era... como si realmente hubiéramos estado hablando en algún sitio lleno de silencio pero como testigos teníamos a toda la belleza del universo.
Cuando nos despedimos me dijo: -. ¿ A qué ya no te parece tan malo estar en un sitio tan pequeño? -. No, pero es usted el que trasmite sosiego -. No, te confundes has sido tú que has abierto tú percepción de lo que es realmente bello -. ¿Yo? Le dije sorprendida -. Si, porque has abierto ese espacio tan pequeño en algo grande y con mucha vida, mirabas las plantas, la calle y encima te preocupabas por mi al verme en este sitio tan pequeño, pero lo mejor ha sido que estando en este cuarto tan pequeño hemos estado en medio de la naturaleza hablando.
Sonreí pero no creo que fuera yo… estoy segura que era él con su paz interior que me la transmitía a mi.
POEMA
Paz, silencio, sosiego
¿cuántas veces te necesito?
que ante la adversidad me limito
y soy como un pájaro herido que no encuentra su nido.
Limites que me ahogan
silencios que grito
y mi alma se desploma ante lo indeciso.
Calor,
que mi corazón se hiela al contemplar
el laberinto de mi vida
el entresijo que el destino me ha tejido.
Valor,
para afrontar la maraña que será el mañana
saberla desenredar sin que me castigue la rabia
y el dolor en mis entrañas.
que dolida estoy ante la vida
por no saber vivirla
acortando mi memoria en los malos hilos
borrando de mi mente los felices momentos acaecidos.
2 comentarios
jazmin -
Un abrazo.
Sakkarah -
La persona es la que hace al lugar, no el lugar a la persona.
Un beso.