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El rincón de jazmin

Mandy , mi perrita fiel

Mandy , mi perrita fiel

 

Esta es Mandy, mi perrita.

 

 

-.He visto un perrito precioso, pequeño, no tiene ni un mes , si lo vieras, te gustaría.
-. No! le dije, ya tenemos a Mandy.
Mandy era una perrita casi chihuahua y ya tenía 18 años, muchos años para un perro, me decía el veterinario, de hecho es la más anciana que tengo registrada en la clínica -. Ella está bien, le respondía , come bien, lo único es que a veces se queja porque le duelen las patas y cojea -. Es artrosis me decía, es que casi ronda los cien años de edad de una persona. Son muchos años.

Mandy tenía además de artrosis, cataratas que no podía operar debido a su vejez por miedo a la anestesia, no veía nada, estaba sorda y debía medicarla para el corazón y limpiarle las orejas cada dos por tres por el cerumen que le salía.
Le había acomodado su camita al lado del sofá porque ya no podía ni subir a él.

-. Ven, baja, me dijo, yo bajé y me encontré a un perrito precioso, que ya había pasado por tres casas y en ninguna lo querían. Cuando lo cogí entre mis brazos, ya no pude dejar que se fuera, no podía dejar que siguiera pasando por diferentes casas y, a saber donde caería y me lo quedé.


Estuvieron mal conviviendo durante seis meses juntos, ya que Pitu, así le pusimos de nombre, sólo tenía ganas de jugar y no dejaba tranquila a Mandy, mientras tanto; ella empeoraba, el dolor de sus patas, ya le era insoportable y gemía continuamente.
Por la falta de vista, también iba tropezando por los muebles y no oía nada.
Algunas veces, veía que las patitas le fallaban y prácticamente se caía al suelo, sin ningún motivo aparente.
No teníamos mucho más que hacer por ella y la llevé al veterinario, él me dijo: -.hace tiempo que debías de haberlo hecho, ella está sufriendo.
Le rasuró una patita y le puso una inyección tranquilizante. Ella se quedó dormida con la lengua fuera y me dijo el veterinario -. Tuya es la decisión.
Llorando le dije -. Adelante! y le puso la que la mataría.

Allí se quedó ella, allí quedó lo más fiel que había conocido nunca.

Ahora tengo a Pitu, que es una alegría en la casa y él me ha ayudado a superar la pérdida de Mandy, pero cuando lo miro aún la recuerdo a ella, fueron demasiados años juntas y siempre la tenía a mí lado.
A veces, miro fotografías y me doy cuenta que en todas la tengo a ella en brazos. Sin darme ni cuenta, ella se ponía en mis piernas y era ya tal la costumbre, que no notaba ni el peso de ella.
Tardé mucho tiempo en olvidarla y ahora mismo, la echo de menos pero creo que, lo que hice por ella fue lo mejor.
A la semana de haberla sacrificado me llegó una carta diciéndome que había sido incinerada, con una muestra de pésame del veterinario.

3 comentarios

Gatopardo -

Vengo enviada por Dinosaurio, y me he quedado leyendo y leyendo...
Tu amiga Mandy ha contribuido a humanizarnos, como todos los animales que amamos.
Y es un privilegio, aunque duele y nunca acabamos de echárlos de menos.
Caricias para Pitu

jazmin -

Es muy triste, Sakki, ver morir a ese animalito que forma parte de tú vida.

Un abrazo

Sakkarah -

Es tristísimo, pero no queda otro remedio. Yo tengo un perrito, y sólo pensar que ese día llegará, me llena de pena.

Un beso.