El alcoholismo
Recuerdos
Susana le había dicho a su hermano reiteradas veces que le gustaba que la visitara siempre que se presentara en condiciones, Pedro se enfadaba siempre y le decía ¿cuándo no vengo en condiciones? Sabes muy bien a que me refiero, le insistía su hermana. Hoy Susana podía hablarle claro y con toda sinceridad y además le miraba con tranquilidad a los ojos, esos ojos tan azules como el cielo que irradiaban tanta serenidad. Así le gustaba que viniera y poder decirle que tenía un problema serio y que ella le ayudaría a superarlo, él siempre decía que eran figuraciones de ella pero sabía que se mentía así mismo, así que ella una vez más le preguntó -. Dime ¿cuál es tú problema?, es lo primero, debes reconocerlo, no pasa nada por ello. En ese momento el miraba al suelo mientras su hermana le estaba hablando y entonces le dijo -. Soy alcohólico.
Por fin, pensó ella ya lo ha dicho, es un paso que tenemos avanzado, ella se acercó a él y mirándolo con lagrimas en los ojos, le contó que cuando el iba a su casa bebido a ella le daba pánico, que a pesar que le aseveraba de la manera que venía, se enfadaba e incluso chillaba, en el fondo, sólo tenía miedo de él porque no se daba cuenta pero era como una bestia -. Si te vieras Pedro cuando estás borracho, si tú pudieras verte, te asustarías, los ojos se te salen de las orbitas y se te ponen rojos y tu rostro aparece desencajado, das pánico.
El se sonreía y pensaba, que no era para tanto cuando ella lo veía así, se ponía a gritar diciéndole todo lo que se le antojaba y así se lo dijo. Susana sonrió cuando hizo ese comentario y le dijo -. Si, pedro, soy valiente para enfrentarme a esa fiera que llevas dentro, soy capaz de todo para que te des cuenta de que la bebida no es la solución, pero a pesar que te grite estoy muerta de miedo porque se lo violento que te pones. Ella le contó sus planes de ir a un centro de alcohólicos, que iría con él, que no lo dejaría nunca sólo y que si pusiera un poco de su parte saldría de ese pozo en el que se hallaba sumergido.
El se puso a llorar y le contaba que todo le salía mal, los trabajos, su matrimonio se había roto, que no tenía a nadie.
Susana entendía como se sentía pero le dijo que él era muy atractivo y joven y que si se quitaba ese vicio podría volver a empezar una nueva vida, conocer a otra mujer, fundar un hogar, que todos sus problemas eran por culpa de ese vicio, esa enfermedad que lo tenía marginado pero que había que empezar atajando el problema por ahí. Pedro, después de mucho hablar sobre su problema le prometió a su hermana que iría a ese centro al día siguiente.
Susana no daba crédito a lo que le estaba diciendo su hermano y su alegría era elocuente por el paso tan importante que iba a dar y quedaron para el día siguiente a una hora.
Susana estaba en la puerta esperando, había llegado temprano, ya vendrá de camino pensó, la emoción que sentía al pensar que su hermano iba a salir de ese agujero la tuvo todo el día en vilo y emocionada pensando en un futuro prometedor para su hermano.
Allí estaba Susana mientras iban entrando las personas y después de unas horas volvieron a salir todos los que habían entrado y aún estaba Susana en la puerta muerta de frío y llorando. Su hermano no había ido.
2 comentarios
jazmin -
Un abrazo.
Dinosaurio -
Un abrazo.